16 de maig del 2013

NOTES BERLINESES (XLVII)



"El único rastro de Europa en Berlín Occidental es la chamuscada catedral con una torre despuntada por las bombas. Los norteamericanos, como los niños, tienen horror de los murciélagos. En lugar de apuntalar los pocos paredones que quedaron en pie después de la guerra y hacer con ellos una ciudad de remiendos, aplicaron un criterio más higiénico y mucho más comercial: borrón y cuenta nueva.

El primer contacto con esa gigantesca operación del capitalismo dentro de los dominios del socialismo me produjo una sensación de vacío. Toda la mañana estuvimos buscando la ciudad, dando vueltas dentro de ella sin encontrarla. Es asimétrica, sin pies ni cabeza, pero sobre todo carece todavía de un centro donde se experimente la emoción de haber llegado."

"Desde un punto de vista técnico Berlín Occidental no es una ciudad sino un laboratorio. Los Estados Unidos llevan la batuta. No tengo datos de la cantidad de dólares invertidos en la reconstrucción ni de la forma en que se han hecho las inversiones. Pero los resultados están a la vista.

Yo creo humildemente que es una ciudad falsa."


"A medida que se penetra en el Berlín Oriental se comprende que hay más de una diferencia de sistemas, dos mentalidades opuestas a cada lado de la Puerta de Brandemburgo. Los escasos bloques intactos del sector oriental tienen todavía los impactos de la artillería. (...) De noche, en lugar de los anuncios de publicidad que inundan de colores al Berlín Occidental del lado Oriental sólo brilla la estrella roja. El mérito de esa ciudad sombría es que ella sí corresponde a la realidad económica del país. Salvo la avenida Stalin.

La réplica socialista del empuje del Berlín Occidental es el colosal mamarracho de la avenida Stalin. Es aplastante, tanto por las dimensiones como por el mal gusto. Una indigestión de todos los estilos que corresponde al criterio arquitectónico de Moscú. La avenida Stalin es una inmensa perspectiva con residencias parecidas a las de los pobres ricos de provincia, pero amontonadas una encima de otra, con incalculables toneladas de mármol, de capiteles con flores, animales y máscaras de piedra y agotadores portales con estatuas griegas falsificadas en cemento armado."

"Se ha calculado que si estalla una guerra, Berlín durará 20 minutos. Pero si no estalla dentro de cincuenta, cien años, cuando uno de los dos sistemas haya prevalecido sobre el otro, las dos Berlines serán una sola ciudad. Una monstruosa feria comercial hecha con las muestras gratis de los dos sistemas.

Ya en la actualidad –y no solo por su aspecto exterior– Berlín es un disparate."

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ 'Berlín es un disparate' (1959)

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